SEIS VILLAS

LA NATURALEZA SALVAJE COMO INSPIRACIÓN

Arrastrados por la corriente, los fenicios desembarcaron hace más de 2.500 años en una pequeña isla virgen que llamaron IBOSHIM en honor a Ishtar (Tanit en la mitología cartaginesa), diosa del culto a la madre naturaleza, la vida y la fertilidad, la exaltación del amor y los placeres de la carne. Inventores del alfabeto, el pueblo fenicio tenía una cultura muy rica y basaba su sociedad en la relación con la naturaleza, de la que recibía el don de la vida. Iboshim se convirtió en un lugar para celebrar el placer, una y otra vez un paraíso para las historias que cruzaban el Mediterráneo hacia Oriente.

Superando el paso del tiempo, esta relación con el entorno natural perdura como base de la cultura tradicional ibicenca, y su arquitectura es uno de los mayores ejemplos de su autenticidad. Esta arquitectura vernácula surge del aprendizaje empírico y del conocimiento que pasa de padres a hijos. Se basa en la utilización del propio medio rural como recurso principal, haciendo que la adaptación al paisaje se produzca de forma natural. La sencillez de sus ingredientes es al mismo tiempo lo que la hace única: luz, piedra, madera y cal.Es por una sencilla razón que esta magia pervive en el presente: todo el mundo puede llegar a Ibiza, pero la verdadera Ibiza está reservada a unos pocos elegidos. Esta Ibiza real no es la isla masificada, sino la Ibiza de la alegría de vivir y la naturaleza virgen, donde sólo unos pocos conocen su olor, su sabor, su tacto y su luz. Tal es su magia, que dos mil años después de la llegada de los fenicios, su atmósfera sigue seduciendo con la misma fuerza. A principios del siglo XX, un pequeño grupo de filósofos e intelectuales exiliados desembarcó por casualidad en la isla y se enamoró de este extraordinario paisaje. Sorprendentemente, siguieron el mismo procedimiento que los fenicios. Se quedaron y difundieron el mensaje.

¿Qué les hizo enamorarse de la isla? Fue la maravillosa naturaleza salvaje, donde la arquitectura y, en definitiva, la vida, conviven de la forma más respetuosa y elegante posible. Tras convertir la isla en un referente del arte de entreguerras, formaron un círculo de artistas e intelectuales contemporáneos e innovadores centrados en la naturaleza y el hedonismo, con la casa ibicenca como símbolo.

La esencia de aquellos años dorados pervive en joyas ocultas de la naturaleza que ellos nos transmitieron, donde elevaron el placer y el arte a un nivel superior que hoy sólo la élite puede saborear.En un mundo de cambios interminables donde el placer es tan efímero, sólo lo verdaderamente excepcional perdura.

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